viernes, 8 de agosto de 2014

La mirada detrás de la tragedia.

-primero que nada tranquilízate- dijo con el tono más serio que tenía. Pero en su mirada se dibujaba la desesperación, esa desesperación que solo conoce un hombre que ha perdido lo más valioso de su vida.
-cómo quieres que me tranquilice? ella está aquí- los nervios y el coraje eran tan fuertes que su rostro estaba de un tono rojo mientras que una vena en su cuello amenazaba con reventar. Ya había dejado el uniforme de policía de lado y se encontraba en la sala de su casa gritándole al teléfono.
¿Cómo sabes que es ella? ¿Por qué estás seguro? -Los años lo habían enseñado a permanecer sereno y tranquilo incluso ante situaciones sumamente adversas, su trabajo lo exigía, estar alerta para cualquier emergencia era necesario. Es verdad que no había tenido una vida fácil, que le había tocado sufrir lo suyo pero voy a sus casi 50 años no eran nada de extrañarse que fuera el quien tratara de tranquilizar a su compañero. Aunque él estaba más al tanto de la situación que su joven amigo.
¿La estudiamos lo suficiente como para poder reconocerla y más cuando choca de frente contra mí, me crees tan estúpido?- cada vez se encontraba más frustrado y su voz era el síntoma más notorio- ¿sabes qué? Ya me harté de hablar así, no me importa lo que pienses te iré a ver más vale que me abras la puerta o la destrozo de un balazo.
De la bocina no salio más sonido a excepción del tono de colgar y un silencio casi total lo envolvió en su consultorio que se encontraba a media luz pues estaba a punto de irse a casa cuando la llamada de su amigo lo detuvo, ahora tenía que esperar a que ese “montón de músculos” llegara ahí envuelto en cólera y frustración.
Una extraña y moribunda sonrisa se dibujó en su rostro, era extraña y desencajaba completamente con el contexto de la escena y sobre todo con su estado de ánimo, pero tenía que practicar su mejor cara de póker su quería tranquilizar a su colérica visita próxima en llegar. Más importante aún, tenían que averiguar que estaba haciendo ella en la Culiacán, ¿de todos los lugares en los que se podía ir a morir por que escogería este justo lugar?

Eran muchas las preguntas que cruzaban pos su cabeza y se agolpaban al mismo tiempo en sus pensamientos tratando de darle sentido a él retazo de historia que tenía en su memoria con los nuevos datos y los mil cuestionamientos que recién se habían agregado, pero un gran golpe en la puerta lo despertó de su ensimismamiento y lo trajo de nuevo a la realidad, la puerta sonó de nuevo y se levantó a abrirle a su compañero, estaba completamente seguro que la conversación que se avecinaba lo exprimiría física, mental y emocionalmente.

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