Se encontraba preparando su desayuno, para ella
era extraño hacerlo, pues tenía mucho que no se sentía con ánimos siquiera de
levantarse temprano, mucho menos de arreglar su casa, al vivir sola y presa de
una creciente depresión su última preocupación era la de sacudir los muebles. Su
alimento desde que había llegado a la ciudad consistía prácticamente en comida
china y pizza, tal vez, gracias a su metabolismo o a la tristeza que la
embargaba no engordaba ni un solo gramo. Pero hoy era distinto, el día brillaba
para ella, sentía una fuerza que la impulsaba a seguir adelante, se sentía incluso
capaz de enfrentar los fantasmas que tanto la habían torturado.
Se encontraba sumida en sus pensamientos cuando
alguien tocando la puerta la regreso al mundo real, se acercó con cuidado, como
si se tratara de algún maleante y miro por la mirilla. Simplemente no podía creerlo,
solo alcanzaba a distinguir un enorme ramo de rosas, abrió la puerta conmovida
y sorprendida.
-buenos días, con la señorita Alejandra- el joven
repartidor con el rostro cubierto de acné juvenil sostenía un ramo de almenas
dos docenas.
-sí, soy yo, muchas gracias- dicho eso, Alejandra tomo
el ramo de rosas (estaba hermoso, y pesado) junto con la nota que traía y cerró
la puerta. Busco una pecera alargada que tenía metida al fondo de un cajón que debió
haber pertenecido a los anteriores dueños de la casa y coloco con cuidado y
ternura el detalle de su admirador. Tomo la nota y una lagrima de emoción rodó por su mejilla:
Alejandra,
ayer me comentaste que tu vida
no había sido
sencilla últimamente,
espero que
estas rosas perfumen tu hogar,
lo llenen de
un aroma dulce y que te ayude
a mejorar un
poco tu vida. Quiero que sepas
que si
necesitas algo yo estaré a tu lado si me lo permites
este es mi número
de celular: 6671246572.
QUE TENGAS UN
EXCELENTE DÍA:
Ángel
La nota de Ángel la había conmovido mucho, sentía que
todo le daba vueltas, pero poco a poco logro tranquilizarse y se llenaba de energía
gracias a las palabras que él le escribió a puño y letra.
Se había olvidado por completo del desayuno que
dejo abandonado en la mesa lista para ser disfrutado. Tenía en sus manos un
viejo periódico con la fecha del 27 de octubre del 2010 que guardaba en su
maleta. Alejandra sentía como si pesara toneladas y el simple hecho de pensar
en cambiar de página significaba un gran esfuerzo para ella pero estaba
decidida a tomar las riendas de su vida, se acercó a la mesa, tomo asiento y
como si se preparara para darse un enorme chapuzón tomo aire sintiendo el dulce
aroma de las flores que le mando Ángel, eso la lleno de alegría y una sensación
de poder la inundo de pronto.
Estuvo un rato ojeando las páginas del maltratado
ejemplar del periódico, de pronto sintió un escalofrió recorrer su cuerpo, encontró
la noticia que estaba buscando. Ocupaba la página completa, en la parte
superior se encontraba el titular en letras grandes negras: ACCIDENTE AUTOMOVILÍSTICO COBRA VICTIMA DE PAREJA.
Alejandra no pudo evitar sentirse un poco sola después
de leer eso, pero continúo leyendo. LA NOCHE DE AYER A LAS 9:30 PM POR LA
CARRETERA INTERNACIONAL MÉXICO 15 A LA ALTURA DE “EL ESTERO DE JUAN JOSE RIOS”,
ALEJANDRO MUNJIA ACOSTA EMPRESARIO CON RESIDENCIA EN LA CIUDAD DE LOS MOCHIS
QUE VIAJABA CON SU ESPOSA ESPERANZA ECHEVERRIA SANTOYO SUFRIERON UN FATAL ACCIDENTE QUE COBRARÍA SUS VIDAS… LAS PRUEBAS DE LOS PERITOS REBELAN PROBLEMAS MECÁNICOS… FALTA DE LIQUIDO DE FRENOS… UN ACCIDENTE PRODUCTO DE UN DESCUIDO. Ya no pudo leer más, arrojo al suelo el
ejemplar, tenía una maraña de ideas, la noticia solo la hacía recordar el
accidente de sus padres y el hecho de que ella no fue por que no estaba de
humor de salir con ellos la desolaba demasiado, sentía que hubiera sido preferible morir al lado de sus padres.
El accidente que habían sufrido sus padres la había
marcado de maneras que jamás podría haber imaginado y fue el comienzo del declive
en su vida, pero al leer la nota del periódico no pudo evitar notar que
los peritos pensaban que había sido un accidente producto del descuido de su
padre. Su papá era una persona sumamente cuidadosa con todo lo que hacía, parecía
sorprendente que no se diera cuenta de que su auto no tuviera líquido de
frenos, las dudas que cada vez eran más la estaban agobiando sintió ganas de
salir a pensar un poco y distraerse solo que por primera vez en mucho tiempo no
quería hacerlo sola, fue por la tarjeta que estaba en la mesa y le mando un
mensaje a Ángel que inmediatamente respondió como si lo estuviera esperando.
Se pusieron de acuerdo de verse en el parque donde
se habían comido el helado el día que se conocieron, ella se arregló con más
esmero que el habitual y salió de su casa, cada paso que daba lejos de ahí la
liberaba un poco más de la pesadumbre de la noticia de la muerte de sus padres
y la acercaba a Ángel.
En el camino pensó que aún necesitaba buscar al policía
con que se topó el otro día aunque era consciente de que sería difícil dar con
él en una ciudad tan grande y más sin tener un solo dato suyo. Pensó en estar
alerta por si lo miraba de casualidad.
Ángel se encontraba en la misma banca de la última
vez, su apariencia era un poco distinta se notaba que se había esperado un poco
en verse bien para la ocasión. Al verlo Alejandra se sintió feliz.
-gracias por las rosas están muy lindas- dijo Alejandra
acercándose para saludarlo con un beso en la mejilla
-¿enserio te gustaron?- era más bien una pregunta retórica-
Me da mucho gusto que te hayan gustado temía que te asustaras y que no quisieras
saber más de mil con eso de que piensas que te acoso. Quiero aclarar algo, esta
vez tú me buscaste a mí.
Alejandra no pudo evitar reír, era una risa que la
liberaba de todo el peso que traía. La conversación en el parque fue muy larga,
pero para ellos el tiempo fue demasiado corto y deseaban quedarse más tiempo ahí,
platicando de las cosas que les gustan, de lo que no y muchas cosas más,
incluso el silencio entre los dos les sabia a gloria, pero ya estaba a punto de
oscurecer y no era muy seguro quedarse.
Ellos no se percataron que en una banca no muy
lejana se encontraba un hombre que tenía tiempo observándolos.
En otra parte de la ciudad un celular convulsionaba
debido a la vibración de un mensaje entrante que decía:
La encontré. La
seguiré con cautela.
Ahora si no se salva.