viernes, 22 de agosto de 2014

CAPITULO 6. La visita

¿Cómo me encontraste? la pregunta de Alejandra  tenia doble intención, por una parte la curiosidad y admiración que le ocasionaba ver a Ángel aún sobándose el trasero después de la estrepitosa caída que sufrió apenas un minuto atrás y la desconfianza general hacia las personas que no se podía apartar de ella tan fácilmente.

Pues ¿Cómo te lo digo? No fue nada fácil, de hecho estuve a punto de renunciar pero en verdad quería verte de nuevo después de lo que había pasado se sentía más seguro que la última vez que la había tenido de frente lo cual se reflejaba en su voz y en su manera de hablar un poco más relajada.

¿y cómo para qué?- Alejandra se dio cuenta al instante que había sonado demasiado dura, lo noto en el rostro de Ángel que reflejo desilusión, inmediatamente trato de suavizarlo- no, no me lo tomes a mal, es solo que, vamos, fue algo sorpresivo y atemorizante verte tan de pronto encaramado haya arriba como un temible acosador.

Ángel estaba confundido, adolorido y agotado después de la búsqueda. Es verdad la manera en que se presentó ante ella no había sido la manera incluso fue peligrosa, además lo único que tenía para defenderse era que en verdad sentía unas ganas indescriptibles de verla y de hablar con ella, lo cual lo había llevado a esta situación.

Discúlpame en verdad no quería asustarte ni darte esa impresión, ni mucho menos arriesgar mi vida, solo quería sorprenderte, y no sé, tal vez invitarte a cenar la seguridad que sentía en sus palabras hace un momento fue desapareciendo poco a poco mientras pronuncia esa última frase hasta convertirse en un pequeño susurro, que aunque débil logro llegar a su destinataria.

Alejandra escucho la tierna propuesta de Ángel disfrazada de disculpa y al instante una tormenta de sentimientos encontrados se desato en su pecho, por una parte en verdad, al verlo ahí con un brillo suplicante en sus ojos y realmente apenado por la situación le embargaba una ternura indescriptible, por otro lado esa sensación de inseguridad que la acompañaba a todas partes como una oscura nube que la apartaba de los rayos del sol, que la mantenía fría a su entorno, que había tornado su vida insípida y en tono sepia, pero al ver a Ángel ahí su corazón latía más fuerte, no por miedo, sino por emoción, una emoción desbordante que amenazaba con salirse de control, pero ella no podía darse ese lujo, era peligroso para ella y tal vez para él, además no podía confiar en nadie, aunque su corazón le dijera que Ángel es digno de confianza sin pedir cuentas a cambio.

Discúlpame Ángel… no, no espera, no me lo tomes a mal… no puedo salir contigo, no es que no quiera, en verdad, es muy difícil de explicar, mi vida no es nada sencilla y no quiero abrumarte con ella, es mejor que no estés cerca de mí—es lo más sincera que podía ser.

Para Ángel esa fue una estocada sutil pero dolorosa en el corazón, aunque iba preparado mentalmente para esa respuesta.

Está bien, pero almenas déjame contarte cómo fue que te encontré—Alejandra se dio cuenta de que lo que quería era platicar con ella así que decidió seguirle el juego.

Muy bien, pero déjame traer unas sillas para sentarnos, espérame aquí, no te vayas a ir— dicho esto entro en la casa y un tiempo después regreso con un par de sillas, tiempo que Ángel dedico a terminar de sobarse y preparar su relato.

Muy bien Angelito, he regresado ahora sí cuéntame todos los sucios detalles de tu maléfico plan— Alejandra era tan seria y sincera al hablar aun cuando estaba bromeando.

Está bien, está bien, emm… bueno creo que ya sé por dónde comenzar, primero, deja de mirarme así, me pones nervioso—

Bueno, bueno si quieres cierro los ojos—al momento se tapó los ojos en un gesto exagerado.

Lo curioso de la situación y Ángel se percató de ello en un instante era que a pesar de la negativa de Alejandra para salir a cenar con él se mostraba muy cómoda bromeando, pero siempre parecía como si se esforzara, lo confuso era averiguar si se esforzaba por no bromear o por hacerlo.

No es necesario, mírame todo lo que quieras, pero no te enamores, aun- dejo escapar ese “aun” con un tono de amenaza disfrazado de picardía que cumplió su cometido por que aun con el rostro tapado se notó que Alejandra se ruborizaba—comenzare pues, estaba sentado en mi laboratorio secreto esta mañana, armando un plan para acosarte…

Espera, ¿en verdad tienes uno?—lo interrumpió bromeando Alejada.

Que chistosita, obvio que tengo uno, ¿acaso no deben tenerlo todos los acosadores malvados?—

Muy bien ya entendí, discúlpame por desconfiar de ti, es solo que, bueno es…

Eso es lo que quería escuchar, si lo sé, te interrumpí, considéralo una dulce venganza por interrumpirme a mí, ahora si comienzo. Después de que nos miramos aquel día por accidente dos veces, no he podido dejar de pensar en ti, me apena admitirlo, e incluso me da miedo que desconfíes de mí, bueno, que desconfíes más de mí, sé que me estoy volviendo extraño, pero a mi defensa quiero decirte que causaste una muy buena impresión. No sé cómo explicártelo—Alejandra no quiso interrumpirlo, ni decir nada pero en el fondo, sabía lo que Ángel trataba de explicar, ella misma lo estaba sintiendo—creo que me gustas, no te asustes, hay… espera es precisamente por eso que quise verte, no podía dejar de pensar en ti, y decidí salir a buscarte para conocerte, no quiero ilusionarme con un ideal de quien puedas ser, quiero conocerte y que me conozcas, pedirte la oportunidad de que seamos amigos y si las cosas se dan pues que mejor, pero si no, seamos amigos, dices que tu vida es difícil, permíteme ayudarte, apoyarte, podemos platicar, aunque no lo creas soy bueno escuchando.

“bueno, veo que te estoy incomodando mucho, y no quiero mejor te cuento como llegue aquí, me subí al mismo camión en el que coincidimos aquel día, bueno a la misma ruta, y calcule más o menos donde te habías subido tú, y rogándole mucho a Dios porque me ayudara a encontrarte, aunque parecía imposible hacerlo pues no tenía la certeza de nada absolutamente—Ángel se dio cuenta de que llevaba mucho hablando pero continuo—entonces después de mucho caminar y estando a punto de rendirme te mire, sentada junto a la ventana de la segunda planta, te mirabas muy linda, pensativa, y quise sorprenderte, pensé que te agradaría verme tanto como a mi encontrarte, así que fui con la señora de enfrente que estaba regando sus plantas y le pedí que me vendiera una de sus rosas, fue muy amable, me la regalo por cierto. Entonces me acerque despacio a la ventana y comencé a trepar para acercarme a ti, jamás me imagine, por la mente me paso que asustarías y me darías tremenda cachetada que me arrojaría desde la segunda planta hasta el suelo, ahora que lo pienso fue muy estúpido subirme así, discúlpame por asustarte, en verdad estoy muy apenado, creo que ni siquiera debí haber venido hasta aquí, fue absurdo—en la voz de Ángel se notaba una pena real. Alejandra soltó una carcajada sonora que hizo que Ángel fuera ahora el ruborizado.

Discúlpame Ángel pero es que me da risa el hecho de que te disculpes por verme asustado, siendo que yo fui quien casi te mato, además ¿te cuento un secreto?—eso se escuchó en un tono de complicidad, al parecer Alejandra guardaba muchos secretos.

Claro, dime para eso están mis oídos-- dijo Ángel en tono cómplice.

Tu llegaste a rescatarme, mis pensamientos últimamente no han sido lo más favorables, y francamente me la paso deprimida, excepto cuando estas tu cerca, mira, me has hecho soltar una carcajada, caray, tenía meses que no me reía, discúlpame por ser tan grosera contigo Ángel—sentía que debía corresponder de alguna forma la sinceridad de Ángel, pero no podía contarle todo.

La visita sorpresa de Ángel se había extendido hasta entrada la noche, y había impregnado a Alejandra de una nueva energía, que la estaba impulsando a retomar las riendas de su vida que se encontraba fuera de cause, ya no le molestaba la soledad de su casa, no le molestaba esa gotera necia del lavabo, y por primera vez en mucho tiempo durmió como un bebe.

Al despertar sonrió como nunca lo había hecho sobre todo, por darse cuenta de haber despertado después de un hermoso sueño en el que estaba Ángel, que la levantaba del suelo, que le ayudaba a sacudirse, le tendía una mano cálida y le daba un vaso de agua fresca que la lleno de vigor, de salud, de vida.

Ese sueño para ella era muy especial, no solo porque era el primero que tenía en mucho tiempo, sino que la impulsaba a seguir adelante, sabía que no sería nada fácil, que incluso tendría que sufrir mucho más para lograrlo pero se sentía dispuesta a soportarlo, porque ya no se sentía sola. Lo primero que tenía que hacer y ella lo sabía, pues estaba segura de quien la podría ayudar, era buscar a ese policía con que se había topado días atrás, por algo había reconocido su voz, estaba claro que él había estado aquel día en su casa, solo esperaba no equivocarse.


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