CAPITULO 10.
¿Cómo esta ella doctor?- Ángel apenas pudo reunir
la cordura suficiente para formular la pregunta.
No obtuvo respuesta alguna del doctor salvo una
mirada sumamente inquietante y Ángel se imaginó que esos mismos ojos los han
visto muchos familiares de pacientes antes de recibir la peor noticia de todas.
Ángel sintió como la sangre se le congelo y una lagrima salda y fría brotaba de
sus ojos.
No te preocupes, pronto la veras- respondió el
doctor, tal vez al darse cuenta del dolor que sentía ese pobre muchacho,
mientras el policía mantenía la mirada fija en el joven sin pronunciar palabra
alguna.
El oficial quiere hacerte unas preguntas, ¿serias
tan amable de responderlas?-dijo el doctor con un tono tan distinto que
pareciera que era otra persona la que hablaba en este momento, al ver que Ángel
solo se limitó a asentir con la cabeza el policía prosiguió con su
interrogatorio con un tono autoritario que no logro más que confundir más a
Ángel.
Mientras respondía una a una las preguntas de el policía con un esfuerzo que le
parecía sobrehumano, Ángel poco a poco se fue alejando de la sala de espera del
hospital, y comenzó a revivir los sucesos de ese día, con cada palabra que
salía de su boca, mas perturbadora le parecía su historia.
Desde el momento en que se despertó esa mañana
tenía la sensación de que este sería un día diferente a los demás, no tenía
idea de lo que le esperaba. Ángel se había levantado temprano y se había
preparado un desayuno ligero comparado con los que acostumbraba los pocos días
que desayunaba en su casa. Después del desayuno se había encerrado en su
habitación para escuchar música y mirar algunos vídeos en YouTube. De un tiempo
a la fecha se había vuelto asiduo de las teorías de conspiración y aunque no se
las creía completamente le llamaba mucho la atención la imaginación que podían
tener algunas personas, pues muchas de esas teorías eran sumamente creativas.
Serian cerca de las once de la mañana cuando su
teléfono celular hizo algo que no acostumbraba hacer: timbro. Era Alejandra, tu
tono dulce hizo que su corazón latiera con mucha más fuerza.
La conversación había durado poco más de un minuto
pero ella había pronunciado una oración que peso en el más que un discurso de
cinco mil palabras: “Ángel ¿tienes tiempo para vernos en el lugar de siempre?”.
Pese a que Ángel no se demoró prácticamente nada
al bañarse y cambiarse, Alejandra ya se encontraba en el parque, sentada en esa
banca que los había acompañado dos ocasiones ya. Se miraba hermosa, pero había algo
e su mirada que lo inquieto pero por más que él la cuestiono no obtuvo ninguna
respuesta, solo sutiles evasiones.
La tarde estaba un tanto fría, lo cual ambos aprovecharon
para acercarse un poco más de lo normal. Alejandra fue la que dio el primer
paso y sin previo aviso lo beso. El momento fue el perfecto, a Ángel se le detuvo
el corazón y estaba seguro de que ella sentía exactamente lo mismo.
El tiempo junto a ella voló como nunca, pese a que
aún no comenzaba a atardecer, Alejandra insistió en que tenía que irse y no permitió
que la acompañara, se fue y lo dejo ahí sentado en silencio con una enorme
sonrisa en su rostro. Después de un rato, él se levantó y se fue a su casa. No tenía
ni idea de que ese maravilloso día estaba a punto de convertirse en un
infierno.
Apenas había notado el transcurso desde el centro
de la ciudad hasta su casa, pese a que el camión se encontraba completamente
lleno, al punto de irse de pie todo el camino. Al entrar en su cuarto y
quitarse el saco fue cuando lo noto; un pedazo de papel completamente arrugado
y maltratado en una de sus bolsas. Lo que decía el papel lo regreso a la
realidad de una manera tan brusca que se imaginó en un avión al momento de
impactarse contra el suelo.
Ángel, estoy tan agradecida contigo, pues me
hiciste sentir amada, pese a que apenas nos conocimos, siento que llegue a
amarte y es por eso que hoy me despido de ti, espero que me olvides, yo no
puedo seguir más en este lugar, por mi sangre corre un veneno que no puedo
detener; no soy tan fuerte ni tan valiosa para este mundo.
Ángel muchas gracias por ser una luz en mis días.
GRACIAS.
Justo al terminar de leer la nota sintió que su corazón
se detuvo, ese beso fue una despedida, ¿pero qué es lo que hará Alejandra? Simplemente
no le busco respuesta a todas las preguntas que a cada paso que daba se
triplicaban. Cuando llego a la casa de Alejandra encontró todas las luces
apagadas y las puertas cerradas con llave. Se detuvo un momento pero no para
tomar aliento, ni siquiera se daba cuenta de que tenía la garganta seca y que
su corazón estaba a punto de salir corriendo. Su mirada se clavó a través de la
ventana. Una tenue luz se miraba por debajo de una puerta y una extraña mancha crecía
por la fisura. No lo pensó dos veces y comenzó a trepar para llegar a la ventana
de la segunda planta y al llegar su puño atravesó el cristal dejando caer pedazos
por todas partes. Logro abrir la ventana y entrar a la casa, bajo las escaleras
de tres pasos sin preocuparse por si tropezaba y abrió la puerta de la que corría
ese fluido.
Al abrir la puerta encontró a Alejandra tendida en
el piso, con el rostro pálido que resaltaba en medio de ese mar de sangre. Ya se
encontraba inconsciente y pese a los gritos y bramidos de Ángel no reacciono. Ni
siquiera recuerda el momento en que llamo a la ambulancia; pero estaba seguro
que había sido él pues para cuando llego lo tenía apretado con tanta fuerza que
su mano estaba totalmente entumecida.