Por poco y no alcanzaba a llegar
a clase, casi había corrido seis cuadras sin detenerse. Todo por haberse
quedado dormido y por haberse embobado con una chava que muy
probablemente nunca volvería a ver. Por
Dios que grosero fui, ni siquiera me despedí de ella, me baje sin decir una
sola palabra. Un
remordimiento fugaz se aproximo a él de pronto, pero en un momento desecho la
idea y junto con él, también al sentimiento.
Su día de clases había terminado
y lo ocurrido en la mañana solo era un recuerdo que pronto olvidaría. Se
encontraba en la cafetería de la escuela esperando su comida, en verdad tenia
hambre, no había alcanzado a desayunar. Mientras esperaba, hecho un vistazo
rápido a su alrededor y comprobó que la cafetería se encontraba casi bacía. Parece que hoy me toca estar solo todo el día. Sonrió ante la ironía y pensó
en que solo faltaba que Alejandra se apareciera en el lugar con sus hermosos
ojos negros, su linda sonrisa y algo indignada por los malos modales que mostró en la mañana.
-Buenas tardes doctor-
Alejandra saludo al doctor con
una mano demasiado temblorosa. No era para menos, tenía motivos para estar
nerviosa.
-Muy buenas tardes, tome asiento
por favor- el doctor ya era mayor y en su rostro se dibujaba la experiencia-
¿está segura de querer hacer esto?
Los recuerdos abordaron la mente
de Alejandra detonados por la pregunta del doctor. De pronto ya no se
encontraba en el consultorio del doctor. Estaba en su casa, completamente sola,
sentía mucho miedo pero tenía que bajar a revisar la puerta que había olvidado
cerrar. La casa se encontraba vacía, hacia un par de meses que habían fallecido
sus padres en el accidente y era la primera vez que se quedaba sola en casa,
siempre la acompañaba su prima María con ella, pero esa tarde Alejandra le
había dicho que ya no era necesario que se quedara a hacerle compañía, a lo
cual María acepto a regañadientes (después de un discurso de Alejandra sobre su
habilidad de cuidarse sola, claro), en verdad no le agradaba la idea de dejar
sola a su prima y menos después de que hacia tan poco tiempo de lo de sus tíos.
Había girado en el pasillo para
llegar a la sala, su casa era grande y muy espaciosa con varias habitaciones y
pasillos extensos y oscuros. Después cruzó la puerta de entrada a la cocina y
miro algo que le heló la sangre. La puerta estaba abierta de par en par. Si
recordaba que no había puesto el seguro, pero no haberla dejado en ese estado,
se había vuelto un poco descuidada, pero eso rallaba lo normal. Jadeando del
miedo y la preocupación se metió la mano al bolsillo del pantalón y saco su
teléfono y comenzó a presionar teclas rápidamente.
-¿señorita, se encuentra bien?-
pregunto el doctor de nuevo, haciendo que Alejandra despertara de sus profundos
recuerdos-¿está segura de querer hacer esto?- le pregunto de nuevo.
¿Que si estoy segura?, por Dios,
!!Claro que lo estoy¡¡
-si doctor, estoy completamente
segura, por eso estoy aquí.
Es difícil decirle que no a una
mamá, en especial cuando se pone tan persuasiva. Lo había amenazado con no
dejarlo salir con sus amigos en un mes si no hacia el encargo que le había
hecho. Tenía que ir al centro de la ciudad a recoger un paquete en una
librería. Así que se encontraba sentado en un camión pensando en por que su
mama no había enviado en el coche a su hermano mayor. Pero de pronto algo se
había venido a su mente a la velocidad de un rayo, y como tal había
desaparecido. Los bellos ojos de Alejandra se habían dibujado en su mirada y al
instante había pensado en otra cosa y por mas que se esforzaba por recuperar la
hermosa imagen en su mente, no lo lograba. Se encontraba desconcertado; ¿Por
qué había recordado a la joven que solo había visto una vez en su vida? La
joven con la que apenas había cruzado palabras, con la que había sido tan
grosero y lo más importante ¿Por qué se esforzaba en recordarla de nuevo?
Por unos minutos quedo mirando
pasar imágenes tras imágenes por la ventana del autobús en movimiento.
Divagando, pensando en mil cosas al mismo tiempo y a la vez en nada. No quería
pensar en la joven. Unos minutos después se encontraba saliendo de la librería
con el paquete en sus manos. Era tan obvio que el contenido del paquete fuera
un libro. Después de echar un vistazo a uno de los aparadores de la librería
comenzó a caminar sin un rumbo. No sabía a dónde se dirigía, pero sentía como
que algo lo llamaba.
Hacía ya media hora que había
salido del consultorio del doctor y se había dedicado a caminar pensando en lo
que podría revelar la prueba que se acababa de realizar. Había tantas
posibilidades de que su vida cambiara tan de pronto. Y todo por un error suyo,
un descuido, un
maldito descuido, que puede acabar con lo que soy.
Pum.
Se encontraba en el suelo con la
frente adolorida. Había chocado con alguien por distraída,de
nuevo por distraída, ¡maldición!.
-disculpe señorita- dijo una voz
que ella ya había escuchado antes- estaba caminando distraído y no me fije en
usted, en verdad discúlpeme- en su vos se notaba la pena.
Alejandra alzo la mirada con el
rostro ruborizado por la pena. Claro que conocía al dueño de la linda
voz.>>
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